Albert Fouquet, un aristócrata parisino de principios del siglo 20, fue un experto conocedor de perfumes. En el chateau familiar, ayudado por Philippe, el mayordomo de la familia, creaba y perfeccionaba distintas esencias para su uso personal.
Una noche del verano de 1937 en la Costa Azul, simpatizó con un joven estudiante norteamericano: John F. Kennedy. A los pocos minutos de ser presentados, JFK ya se habÃa encaprichado con la esencia que utilizaba Albert. La simpatÃa que desprendÃa Kennedy convenció a Albert para dejarle a la mañana siguiente en el hotel un ejemplar de su anónima fragancia, con una nota: En este tarro encontrarás la dosis de glamour francés que le falta a tu simpatÃa americana.
A la vuelta de sus vacaciones Albert recibió una carta de JFK desde EEUU agradeciéndole el detalle y comunicándole el éxito que habÃa tenido el perfume entre sus amistades. Le rogaba que le enviara 8 ejemplares, y si su producción se lo permite, otro más para Bob.
Una noche del verano de 1937 en la Costa Azul, simpatizó con un joven estudiante norteamericano: John F. Kennedy. A los pocos minutos de ser presentados, JFK ya se habÃa encaprichado con la esencia que utilizaba Albert. La simpatÃa que desprendÃa Kennedy convenció a Albert para dejarle a la mañana siguiente en el hotel un ejemplar de su anónima fragancia, con una nota: En este tarro encontrarás la dosis de glamour francés que le falta a tu simpatÃa americana.
A la vuelta de sus vacaciones Albert recibió una carta de JFK desde EEUU agradeciéndole el detalle y comunicándole el éxito que habÃa tenido el perfume entre sus amistades. Le rogaba que le enviara 8 ejemplares, y si su producción se lo permite, otro más para Bob.
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